El mar Caribe es un eterno vendaval. De costa a costa el viento portentoso no cesa de capitanear el embate de las olas, las dirige a la orilla como un navegante feliz. La espuma del agua batiéndose en la arena produce un aroma tan subyugante como el repique de los tambores bajo el sol. Así es Barlovento ese costado de tierra plantada de cacao y de orillas de playas cubierta de cocotales en la costa norte de Venezuela, asiento de varios pueblos. Pueblos hechiceros, de “tierra ardiente y del tambor” y fino aroma y de mucho embeleso.
Carenero es uno de ellos. Antaño puerto de embarque de diversos productos agrícolas, en especial el cacao. Pueblo que da nombre a un grano de cacao fino de aroma, que con el transcurrir de ancestrales cosechas es referencia de la calidad de nuestro cacao.
En efecto, Carenero es un exclusivo grano de cacao trinitario, híbrido de las plantas de cacao criollo y de cacao forastero, que da como resultado, una mazorca morada con punta alargada y surcos profundos. Después de un proceso de beneficio: fermentación y secado, adquiere un fino aroma a frutas, maltas y nueces para hacer de Carenero, uno de los cacaos más buscado a nivel mundial, desde tiempos de la colonia.
Históricamente, desde finales del siglo XVII Barlovento se convierte en un emporio cacaotero. Trayectoria que consolida con la extensión de su área de cultivo al fundarse nuevos pueblos como Curiepe y Birongo junto a Caucagua, Panaquire, El Guapo y Río Chico. La mano de obra empleada en el cultivo y procesamiento del cacao, en todos estos pueblos, es nativa.
Ciertamente, hombres y mujeres barloventeños se dedican con tesón al cultivo, a la cosecha y al beneficio de esta prodigiosa semilla. El cacao representa la principal fuente de trabajo de la zona. La plantación del cacao es una actividad ancestral que se trasmite de generación en generación.
En el beneficio de la almendra se incorporan todos los miembros de la familia, lo que representa un valor sentimental que unido al ritual de San Juan Bautista, acompañado por el retumbe de los tambores hacen que el cacao represente para Barlovento más que un cultivo un modo y estilo de vida.
La separación de la almendra de cacao del yuyo es un trabajo de mujeres. Ellas son las responsables de la fermentación en cajas de maderas por aproximadamente 7 días. También, dan vueltas a los granos para que reciban iguales cantidades de oxígeno. Los hombres llevan los granos a grandes patios de secado y vigilan que reciban las caricias del sol por 3 horas diarias. Luego, los niños seleccionan las más grandes para su venta.
Sin duda, el cacao carenero es un orgullo para de Venezuela, para el mundo. El aroma del cacao Carenero queda impregnado en todo aquel que pasa, así sea visita, por sus nobles de calle.