No puede ser de otra manera, no hay posibilidad alguna que la mezcla de tranquilidad y sabor en el Caribe no tengan como resultado final, algo fantástico: el cacao de Puerto Cabello.
La combinación de la magia del mar Caribe, el clima y la vegetación de montaña, más la fortaleza de hombres y mujeres logran que en Puerto Cabello, en la localidad de Patanemo, rincón remoto de la geografía venezolana, en la cordillera centro norte costera, en Carabobo, se cultive otra de las expresiones del mejor cacao del mundo impregnada de sus plantas exóticas y frutales.
Detrás se encuentra una historia asombrosa, pero repleta de los sinsabores de los primeros años del nuevo continente. Los esclavos africanos fueron los primeros pobladores de Patanemo. Con el esfuerzo de su sudor se plantaron en esa zona, en busca de paz.
¡Paz tenemos!, fue el clamor de los centenares que llegaron huyendo de la crueldad de la esclavitud. Este grito más tarde devino en el nombre de “Patanemo”, que significa la búsqueda y la obtención de la paz que tanto anhelaban. Paz envuelta en el más puro, fino y exquisito cacao.
Y así, por más de dos siglos Patanemo fue el centro de producción y de venta de la mejor y más exquisita variedad de cacao, llegando a ser esta variedad la más codiciada en Europa. Pero, a finales del siglo XVIII el panorama cambia: la abolición de la esclavitud liberó esta mano de obra fundamental en el desarrollo y expansión del cultivo.
Los afrodescendientes no estaban obligados a trabajar en las plantaciones, lo que aunado a las constantes tensiones políticas y a la aparición del petróleo en suelo venezolano- que transformó la economía sustituyendo el modelo agroexportador por el modelo de explotación petrolera- produjo el vertiginoso abandono del campo venezolano con lo que el cacao fue uno de los cultivos más perjudicados y con él los pueblos cacaoteros. Patanemo tuvo que esperar más de un siglo para recuperar su vocación de productor de cacao.
A finales del siglo pasado, en la década de los 90, gracias a la voluntad y al tesón de los pobladores de Patanemo, se reactivó la siembra y cosecha de cacao. Desde entonces el cacao de Patanemo ha vuelto a adquirir su prestigio en el paladar de artesanos y chocolateros del mundo.
En Patanemo encontramos un grano trinitario exquisito. Grandes almendras de cacao, con un color violeta oscuro y tostado, combinados con unos delicados aromas que contienen un penetrante sabor a cacao y la sutileza de las frutas cítricas y dulces; madera, nueces y un agudo aroma a canela.
El cacao de Patanamo atraviesa por un exhaustivo proceso de fermentación de entre 5 y 6 días en cajas de maderas forradas con hojas. Y un proceso de volteo que asciende cada 24 horas. Para, luego, ser secado durante cinco días por tres horas diarias, en grandes patios que datan de la época de la colonia.