Embrujo que ha hecho del Oriente de Venezuela, una tierra de aroma y sabor, una tierra de gracia como la bautizó Cristóbal Colón cuando puso pie en la arena mojada de sus playas. Adentrarse en la península de Paria o en otro lugar del estado Sucre, es circundar en una atmósfera de aroma de cacao tal como si estuviésemos dentro de una chocolatería.
Río Caribe es una población costera ubicada al norte de Sucre, a unos 550km de Caracas. Reconocida por sus hermosas playas y su increíble actividad pesquera. Aquí se siembra uno de los mejores cacaos de Venezuela y el planeta: el trinitario Río Caribe.
El cacao trinitario es autóctono de la península de Paria, descendiente directo del cacao criollo y del cacao forastero, lo que lo lleva a ser considerado el mejor cacao fino de aroma. La leyenda, contada por los pobladores, dice que la semilla fue víctima de un maremoto que azotó la zona de Paria y la arrastró hasta las costas de la vecina isla de Trinidad y Tobago, donde logra desarrollarse como una excelente variedad de cacao. Con el tiempo, la semilla cacao trinitario volvió a la tierra que la vio nacer.
Una mazorca alargada y de un violeta oscuro protege a una delicada semilla que posee un fuerte sabor a ácidos frutales combinado con la sutileza de la tierra y de las nueces.
Pasear por las calles de Río Caribe es caminar en medio de aquel maravilloso mundo de sol, brisa y olas caribeñas que perfuman la vida; porque sus costas empapadas por aguas cristalinas y espumosas, no solo bañan a sus pobladores, sino que humedecen al árbol del cacao para que Río Caribe produzca el más famoso cacao de la tierra.
A pesar de su cercanía con la costa, el cacao de Río Caribe es cultivado montaña adentro, en la serranía de Paria. Rodeado por el espesor de una selva tropical, caracterizada por su verdor y la suavidad de su brisa combinada con el aroma del Caribe. Su calidad es originada en su genética que ha permanecido intacta al estar separada del hombre; todo el proceso de cultivo y beneficio es completamente orgánico. Sin embargo, es la ardua faena de los campesinos que labran la tierra y acompañan al proceso de beneficio la que la enriquecen y le otorga aromas únicos en el mundo.
El proceso de beneficio del cacao de Río Caribe es uno de los más extenuantes y con mayor dedicación. Una vez cosechada la mazorca, inicia el degüelle, los granos son separados del yuyo, esa suave y blanca piel aromática que los protege, luego son llevados a fermentar.
La fermentación del grano se realiza en cajas de madera cubiertas con hojas durante 6 días. Para que cada grano exponga todos sus sabores y aromas, el campesino los mueve en rondas que aumentan cada 24 horas; de esta forma, garantiza que cada semilla reciba igual cantidad de oxígeno.
Una vez fermentado, viene el secado: los granos son expuestos al sol en patios diseñados para eso, que protegen al cacao de las inclemencias del clima tropical. La almendra de cacao al sol fija los aromas y desarrolla el olor a chocolate que tanto la caracteriza. Por último, es seleccionada por las delicadas manos de las mujeres.