Venezuela es la tierra donde nació la primera semilla de cacao fino de aroma. Botánicos y especialistas lo bautizaron como cacao criollo. Surgió en el Lago de Maracaibo, un cuerpo de agua ubicado en el occidente de Venezuela que colinda por un extremo de la falda de la Cordillera de Los Andes, conformada por los estados Táchira, Mérida, Trujillo y Zulia; su costa sur cuenta con prodigiosas y fértiles tierras. En esas tierras, los hispanos a su llegada hallaron grandes arboledas de cacao sembradas por los indígenas de la etnia Caribe.
La historia cuenta que durante la colonización los indígenas que cultivan cacao en costa del sur del lago lo resguardaban en las montañas, para evitar cualquier acción de los españoles contra el fruto. Esta protección ancestral es parte de la leyenda del cacao criollo. Hay quienes aseguran que su dulzura radica en el amor que los indígenas de la etnia caribe le profesaron a su cultivo.
No podía ser de otra manera, el cacao tan ancestral en la zona, no podía ser opacado en el futuro por el petróleo que siglos después, del descubrimiento del cacao en el sur del lago, brotara de la entraña de la tierra de la costa oriental del lago. En el lago de Maracaibo se encuentran los campos petroleros más productivos y antiguos de Venezuela.
En las tierras al margen de su costa sur es la parte del mundo donde se cultiva el codiciado, y exclusivo, híbrido del cacao criollo porcelana y guasare, reconocido mundialmente por sus propiedades organolépticas.
Los especialistas en cacao afirman que su aroma, su sabor y su textura tan delicada como la porcelana son completamente diferentes a las demás variedades de cacao en todo el planeta. Es un cacao que, sabe a caña de azúcar, a malta y es muy aromático.
Considerado por su calidad extrafina el favorito por todos los chocolateros a nivel mundial. Su corteza es muy delgada y suave, con coloraciones rojas, verdes y blancos mates que contrastan con unas almendras grandes y el delicado color de su semilla que varía blanco mate porcelana, a colores cremas y rosados. De allí deriva su nombre.
El maestro chocolatero que utilice nuestro cacao de Sur del Lago, puede estar seguro que está teniendo acceso a una especie que, botánicamente hablando, es descendiente de los cacaos finos más antiguos de planeta, es un cacao de linaje, lleno de historia y obra de Dios que le permitió nacer en esta tierra de gracia.
El cacao criollo que se cosecha en la costa sur de lago es una especie única en el mundo, que resalta por su delicadeza y todos los cuidados que amerita. Cada mañana el campesino recorre los sembradíos y se asegura que el suelo reciba la cantidad de sol necesaria y que sus hojas reflejen el verdor y la tersura que las caracteriza. En el Sur del Lago el cuidado de las plantaciones es natural y orgánico.
Una vez cosechado el cacao, el campesino separa los granos y los lleva a un proceso de fermentación durante 4 días, en cajas de madera cubiertas de hojas de plátano. Para que cada fruto reciba la misma cantidad de oxigeno realizan el volteo de cada semilla en plazos de 24 horas.
Finalizado el proceso, las semillas son llevadas a extensos patios donde recibirán los rayos del sol durante cinco horas diarias, de esta forma sellan los olores y sabores que conlleva cada fruto.